Estoy jugando Asesinato en Baldurs's Gate por Comunidad Umbría. Sí, lo sé, soy un loco romántico, pero la oferta era buena: un director de juego de confianza y otros tres jugadores con los que ya he coincidido en otras ocasiones con gran satisfacción de crítica y público. Me puse a crear un personaje de Pathfinder de nivel 1, algo que a estas alturas ya soy capaz de hacer en dos minutos con los ojos cerrados, una mano atad a la espalda y sin el manual delante... hasta que llegamos al laborioso asunto del equipo. Comprar el equipo me parece lo más aburrido del D&D y variantes, con mucha diferencia. Ya en su día propuse usar una sofisticada técnica para evitar este engorroso proceso llamada "El bolso de mi madre" (¡ENLACE!) , que se ha vuelto bastante popular en mis partidas. No así en las que dirigen otros. Qué se le va a hacer. Aún así, parece que conseguí llegar a un acuerdo con el director de Baldur's proponiendo una mecánica para comprar equipo on the fly, usease, al vuelo, usease, cuando me salga del feneque. Es un sistema que he llamado...
¡Hagamos algo con el oficio!
Un poco largo, lo reconozco. Igual lo tengo que afinar un poco. El sistema es muy sencillo: ¿recordáis esa habilidad de D&D y sucedáneos en la que nadie, nunca, jamás se ha puesto rangos o al menos no hay registros escritos de ello? Efectivamente, hablo de la habilidad Oficio, esa habilidad que sirve para... y otras cosas. Pues bien, la propuesta es muy sencilla: empezar con el equipo básico (armas y armadura, que esto es D&D y aquí se viene a lo que se viene) y guardarte la calderilla. Más adelante, cuando la situación lo requiera, puedes hacer una tirada de oficio para ver si el personaje lleva un objeto determinado. La dificultad de la tirada dependerá de la relación del objeto en cuestión con el oficio del personaje: 10 si es una relación directa, y de 15 para arriba según la relación entre oficio y objeto va resultando más peregrina. Si supera la tirada puede gastar el oro correspondiente y declarar que lleva el objeto. Y si no la supera, pues ajo y agua.
Bueno, creo que ya estoy listo para entrar en la cripta maldita.
Voy a poneros un ejemplo porque os noto mirarme como ovejas mirando al tren. Mi personaje, un pícaro gnomo llamado Fitopaldo Birloque, tiene Oficio (Ratero de poca monta) y en el transcurso de sus aventuras se encuentra con la imperiosa necesidad de trepar una tapia, algo bastante normal debido a su baja estatura. En ese momento Fitopaldo podrá hacer una tirada de Oficio para ver si lleva encima una cuerda y un garfio a dificultad 10, puesto que es algo bastante lógico que un ratero de poca monta cuente con ese tipo de instrumentos para llevar a cabo sus labores.
Más adelante se encuentra en otra situación en la que le vendría de perlas tener una pastilla de jabón, no me preguntéis por qué. Al ser un objeto que no tiene nada que ver con su profesión de ratero la dificultad podría ser de 20 o 25. Sin embargo el jugador que lleva a Fitopaldo argumenta que el gnomo suele utilizar pastillas de jabón para sacar moldes de llaves y copiarlas después. El director de juego decide bajar la dificultad a 15 aunque sólo sea por no darle la razón del todo.
¡Ay, no me digas que me he dejado la tiza en casa!
Yo creo que está claro, ¿no? En principio limitaría el uso de la habilidad a objetos mundanos, aunque también podría aplicarse a drogas y venenos en el caso de asesinos o espías, e incluso objetos mágicos menores como pociones y pergaminos si el oficio del personaje pudiera hacer pensar que lleva una buena provisión de ellos (como un curandero, un veterinario o un profesor de magia). Además, supone también una forma simpática de diferenciar a los personajes, ya que no será lo mismo el equipo del que podrá disponer un Explorador (Guardabosques) que un Explorador (Exterminador de plagas).
En cualquier caso, se trata, claro está de una regla opcional. El que quiera perder una tarde eligiendo su equipo inicial tiene mi bendición y mis condolencias. Yo estoy dispuesto a pagar gustosamente un punto de habilidad.